Trueque literario: "Dagoyamaya, La eterna" y "agua" Fue en una ocasión, un buen día de la semana pasada, cuando toqué una vez más un timbre. Lo hice de manera inconsciente, meditabundo, con pensamientos hueros que me invitaban a decidir en qué cafetería tomaría algún que otro bocado para continuar, luego y ya por la tarde, con mi trayectoria de búsqueda de lectores en la ciudad de Vitoria. Como digo se trataba de un día de febrero, entre fresco y soleado. Inmerso en un oscuro rellano, pulsé entonces el timbre dispuesto a recibir una nueva negativa, a sabiendas de que la probabilidad de no ser bien recibido era muy alta, tal y como había ocurrido en las plantas superiores del edificio. Pero por fortuna sucedió todo lo contrario. Aquella incierta puerta se abrió de manera veloz sorprendiéndome en un primer momento. Luego entendí mejor, cuando mis ojos se acostumbraron a la intensa claridad que me sobrevino debido a los grandes ventanales de aquel espa...