- Natxo Artundo.
En la búsqueda de un nuevo portal me encontraba cuando rondarían las cuatro de la tarde, el lunes de esta semana en la ciudad de Vitoria. Un calor aplastante y, en la sombra de un edificio de unas doce alturas, me dispongo a tocar al portero para seguir con mi búsqueda de lectores potenciales.
Al llegar al portal, me percato de que no hay una puerta, sino dos (algo que viene siendo habitual en mi promoción, sobre todo en la ciudad de Vitoria).
Toco; Primer piso, segundo.
- Sí ¿quién es?
- Hola buenas tardes, ¿me abre por favor?
- Sí, pero ¿Quién es?
- Si mira que soy Sergio, un escritor que está promocionándo la primera de sus novelas, simplemente es tocar unos timbres.
- Ah, no, no...- me cuelgan.
Toco; Tercer piso, cuarto.
- ¿Quién es?
- Hola, buenas tardes, ¿me abre por favor?
- ¿Quién eres?
- Si, mira que soy Sergio, un escritor que está promocionándo la primera de sus novelas, simplemente es tocar unos timbres.
- ¿Has dicho Sergio?- me dice la voz - Sergio, ¿Qué más? (se trataba de una pregunta no muy habitual)
- Sergio Hernández López-Pastor- digo, puesto que no tengo nada que esconder.
- Sergio, tú me conoces- dice la voz del portero automático.
Mi cabeza comienza a rebuscar.
- ¿Quién eres?- pregunto.
- Soy Natxo Artundo, sube, que te invito a un café.
Las dos puertas se me abren de golpe.
Tras hacer caso a las indicaciones de Natxo, toco el timbre de una puerta y me abre el periodista de "El correo". Aquel que me hizo el cinco de junio de este año, una entrevista.
Apretón de manos.
- Me pillas en mi día libre. ¿Qué tal te va?
- Bueno, ya ves, a día de hoy son más de dos mil ochocientas novelas distribuidas.
La conversación se torna amigable y los dos nos alegramos de la inesperada casualidad.
Al despedirnos, le comento que esta anécdota la tengo que escribir en el blog.
- Juani de Vitoria.
El obsequio de Juani |
Tras abrir su puerta, presentarme, y preguntar por lectores, Juani, de manera amable decide escuchar mi relato.
Me comenta que ella también conoce a algunos escritores de Andalucía, creo recordar, en concreto me habla de "El baratillo", un grupo literario de allí.
La conversación se intensifica. Decide adquirir "Soy un gusano". Pero no sólo eso: al comentarle que el libro sale a doce euros, ella me ofrece quince. Insiste. Al fin, Acepto.
- Bueno, Juani, voy a ver si encuentro a más personas como tú, que sepan valorar el esfuerzo- nos despedimos.
En esto estoy, bajando las escaleras, cuando, de pronto, oigo abrirse la puerta que anteriormente cerró la última lectora.
- Oye, Sergio- me dice -tengo una máquina de escribir. ¿No conocerás a alguién que la pueda necesitar, utilizar, darle un uso...?
- Bueno, en estos tiempos... una máquina de escribir poco uso va a tener- es lo primero que se me ocurre.
- Es que la iba a vender, pero no me daban ni un euro por ella, y aquí no hace más que ocupar espacio y es por eso que la voy a tirar.
- Ni se te ocurra- le digo.
- ¿Tú la quieres?- me pregunta.
- Hacemos una cosa- se me ocurre- te cambio el libro por la máquina.
Juani no acepta. Me ofrece la máquina, además de haberme dado tres euros de más por el libro.
Recuerdo que, en aquella jornada, Juani fue la décima compradora del libro "Soy un gusano", entonces, tras toda esa experiencia, seguí descendiendo las escaleras. También quiero recordar que se trataba de un tercero. Bajé entonces al segundo piso, con máquina en mano, por la escaleras. En cada planta había tres puertas.
La escena se me antojó surrealista; un escritor vendiendo sus libros puerta a puerta, y no sólo llevaba consigo sus ejemplares ya editados, sino que transportaba hasta la máquina de escribir y todo.
En ese portal no vendí ningún ejemplar más.
Salí del edificio y llegué a casa. Hice pruebas con la máquina y tras comprobar que funciona a la perfección, he decidido mantenerla como "reliquia". Esta máquina de escribir siempre me recordará aquel día en la ciudad de Vitoria en el que Juani demostró que existen todavía personas que merecen la pena conocer.
Con estas dos anécdotas, quiero agraceder, de corazón a dos personas más que forman parte de esta aventura.
La primera, Natxo, por hacer, gracias a su buen reportaje, que más gente de la provincia de Álava conozca la Trilogía.
La Segunda, Juani, por darme a entender que merece la pena seguir tocando puertas para encontrarte con personas que demuestran que tu labor puede merecer la pena.
Un fuerte abrazo para los dos.
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