En su día, allá por el año dos mil once, esto que cuento, fue lo que me
ocurrió a mí.
Joven, con estudios, dos años de paro consumiéndose y cada día más asqueado de este mercado laboral tan insustancial. Un panorama desolador se me presentaba, como a tantos otros. Sin embargo, decidí obviar, o por lo menos que no me afectaran tanto las circunstancias imperantes para luchar por una idea que paulatinamente ya fue formándose en los meses, tal vez años, anteriores a tal escenario. Quizás fuera una oportunidad. Se hablaba tanto de ello...
Joven, con estudios, dos años de paro consumiéndose y cada día más asqueado de este mercado laboral tan insustancial. Un panorama desolador se me presentaba, como a tantos otros. Sin embargo, decidí obviar, o por lo menos que no me afectaran tanto las circunstancias imperantes para luchar por una idea que paulatinamente ya fue formándose en los meses, tal vez años, anteriores a tal escenario. Quizás fuera una oportunidad. Se hablaba tanto de ello...
Como ya sabéis. Desconocedor, por aquel entonces, de los entresijos
del mercado editorial y, una vez descubierto el discurso que ante él se
formaba en las redes sociales, decidí eludirlo categóricamente, para dedicarme a luchar por una finalidad ambiciosa desde el primer momento.
Una trilogía. –Estoy más que convencido de que, cuánto más grande es un objetivo, más grandes son las acciones que se deben realizar para conseguirlo- Propósito ambicioso, sí, pero quería entrar en el mercado editorial con algo de base. No únicamente con un libro. A mi favor tenía el tiempo y unas terribles ganas de escribir.
Así pues, consagrado en mi tarea, también surgió la idea de moverme por las provincias limítrofes a La Rioja, con la única idea de hablar con los lectores de mis obras. Una locura, sí, pero estaba decidido a emprender el viaje. ¿Qué es lo que podía perder? la respuesta era clara en un primer instante: la dignidad, por el hecho de llamar a las puertas ajenas.
Hoy sé que he ganado un buen número de buenos lectores y muy gratas experiencias.
Una trilogía. –Estoy más que convencido de que, cuánto más grande es un objetivo, más grandes son las acciones que se deben realizar para conseguirlo- Propósito ambicioso, sí, pero quería entrar en el mercado editorial con algo de base. No únicamente con un libro. A mi favor tenía el tiempo y unas terribles ganas de escribir.
Así pues, consagrado en mi tarea, también surgió la idea de moverme por las provincias limítrofes a La Rioja, con la única idea de hablar con los lectores de mis obras. Una locura, sí, pero estaba decidido a emprender el viaje. ¿Qué es lo que podía perder? la respuesta era clara en un primer instante: la dignidad, por el hecho de llamar a las puertas ajenas.
Hoy sé que he ganado un buen número de buenos lectores y muy gratas experiencias.
Mi primera novela “Soy un gusano” es la que me ha acompañado
por este deambular errante en estos dos años y ocho meses. Más del noventa por
ciento de estos cuatro mil doscientos cuarenta y siete lectores, son los que un
buen día –o malo, que también los ha habido- me abrieron la puerta, decidieron
escucharme y adquirir el relato con el cual me presentaba.
Sigo atesorando, de manera incansable, los numerosos momentos agradables y positivos de esta aventura.
Como siempre rehuyo de los que suponen una carga a la
promoción. Sin duda, los tengo en cuenta, pero jamás dejo que me acompañen.
Me alegro de que, al menos, con este proceder, haya podido hasta la fecha,
subsistir en esta realidad tan, digamos, enrarecida.
Paulatinamente, iré despidiéndome de "Soy un gusano", para caminar de la mano de "Agua". Mi nueva obra, será, a su vez, una nueva compañera de viaje.
Una obra que espero no deje indiferentes a los lectores.
Como siempre, utilizaré todos los medios que estén a mi alcance para darla a conocer. Ya sabéis, los que no estamos asentados, si queremos ser leídos, no podemos quedarnos sentados a ver qué es lo que sucede.
Hoy quiero quedarme con algunas de las frases de los lectores que, en su día, me abrieron la puerta y que más me han llamado la atención en esta etapa que quiere concluir:
- En estos tiempos de crisis me encanta encontrarme con historias de gente que no se dedica sólo a quejarse y lamentarse, sino que intenta hacer algo más...
- Sergio, ¡enhorabuena por tus cojones!
- Solo quería decirte que, sin ser lector, ni aficionado a la lectura, ni gustándome los libros, me puse a leerlo de broma, (y te lo cuento como motivación), hasta a mí me está gustando. Ya voy por la página 97. Algo increíble para mí...Gracias por llamar a mi puerta.
- ¡El propio autor vendiendo su novela!
- Ánimo campeón. Pienso leer tu trilogía.
- Supongo que lo has promocionado por escuelas y colegios. A la vez serviría para coger gusto a la lectura y quizás evitar ovejas descarriadas (aunque fuera una entre mil, habría merecido la pena).
- El ejemplo nos lo estás dando tú.
- Es un lujo que un libro que te ha gustado leerlo, su autor haya venido a tu casa a vendértelo y además te lo haya dedicado...
- ...le pareciste un chaval majo y luchador y, con la que está cayendo...eso vale mucho.
- ¿Cómo puedo conseguir el resto de la Trilogía?
- Hacía tiempo que no caía en mis manos algo tan digno de ser leído...
- Me parece importante los valores de fuerza, lucha y agradecimiento transmitidos, que estoy segura que posees (no hay más que ver que no te has quedado sentado esperando a que se venda tu libro).
- Gracias por compartir tu arte y enhorabuena.
- Admiro tu fortaleza. No dispongo de salario pero compraré el primer libro de la trilogía. A veces, la crisis nos humaniza.
- Seguiremos intentándolo, aunque no nos apoyen.
Todos estos comentarios y muchos más, son los que han aparecido en este recorrido. Cuando parece que llegas al límite, cuando ves que todo lo que haces puede no valer la pena, cuando todo está en tu contra y no hacen más que regalarte negativas, ponerte malas caras y despreciar tu labor..., no tengo más que recordar los momentos anteriores descritos, para seguir cogiendo aire, levantarme de nuevo, ser flexible y continuar avanzando en esta tempestad abrumadora que todos llamamos crisis. En ella, creedme, aún siguen existiendo las sonrisas.
Yo me empeño cada día en regalarlas y me afano en atesorar todas aquellas con las que me encuentro.
Gracias por vuestro apoyo.
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