Carteles promocionales Cuando aquella mañana en Miranda de Ebro, Asier me abrió la puerta de su casa y escuchó atentamente mi relato, de sus labios surgieron la siguientes palabras: - No voy a adquirir el libro ahora, pero se me ocurre que podemos hacer una cosa. Mi expresión cambió de pronto. La atención se acentuaba. Esas palabras para nada eran muy comunes, y quise saber más. Asier, como directivo de uno de los centros del grupo Eroski, me propuso una entrevista en ese mismo día en el Centro de Rivabellosa. Yo accedí, por supuesto. Él me indicaba la posibilidad de dejar en depósito mis libros en la librería del Centro Comercial. Imaginaos. Lectores interesados por las obras El caso es que, tras unos días, se puso en contacto conmigo para hacerme saber que aquello que me comentó en un primer instante, no iba a ser posible. Ya sabéis... La penalidad de no ser conocido..., los laberintos burocráticos..., bueno, para qué hablar de aspectos que ya de por sí, d...