Con Jaime, lector protagonista número 9000 |
En este país no se puede vivir de la literatura. No.
Ahora se lee solo en digital, en pantallas, en electrónico.
El libro en papel está desapareciendo.
Un alto porcentaje de personas no leen nunca o casi nunca. No.
Qué te crees ¿que te van a abrir la puerta? no.
Hoy nadie se preocupa por los libros. No.
No me interesa.
Me has despertado a los niños. No.
¿No hay otra manera de hacerlo? No.
No tengo tiempo. No.
Yo, como buen español, el periódico y nada más. No.
Un perrillo me muerde el pie. No.
Yo nunca he leído un libro.
¿En qué cabeza cabe atender la puerta con un cuchillo en la mano? No.
¿Por qué no habla? No.
No me interesa.
¿A qué vienen esas caras arrugadas?
¿Por qué tanto miedo? No.
Ya soy demasiado mayor para leer. No.
¿Puedes venir otro día? No.
No. No. No...
Gradualmente, un grandioso océano, continúa formándose bajo mis pies.
Y mientras eso sucedía, el pasado jueves en Burgos, caminando entre edificios y esquivando copos de nieve que ya no eran de un puro color blanco, sino tan grandes y tan negros como lo pudieran ser los más sinestros córvidos que se empeñaban en caer de forma constante desde el cielo, debido quizás a una repentina congelación, escuchaba el rodar amplificado de las ruedas de los coches al transcurrir por la rebosante carretera que discurría entre edificios tenebrosos.
Mis pies se hundían sobre la mullida capa de plumas negras y cuerpos congelados de cuervos inertes.
Al de un rato, vuelvo a llamar a un nuevo timbre. Con todo, mi mente continúa con su soniquete:
No. No estamos interesados. No.
Aquí no leemos.
No, no tengo tiempo.
Jaime quiere saber más y me solicita un ejemplar dedicado a su nombre.
Y fue a esas primeras horas de la tarde de un frío 25 de enero, cuando Jaime se convirtió en el lector protagonista de esta increíble historia, número 9000.

Llamé a más puertas en aquel portal. Luego de ello salí a la gélida calle, para seguir contemplando el calmoso bailoteo de esos gruesos copos y me introduje en otro edificio. Esta vez sonreía porque siempre tengo muy claro que no importa tanto lo que ocurra, sino la interpretación que tú mismo haces sobre lo que sucede. Y, en esta ocasión, el sol volvió a brillar con fuerza en mi cabeza, sobre ese ingente mar de "noes" encontrados.
Porque siempre sucede. Todos los días, por muy malas que sean las condiciones.
No cabe duda de que Jaime es un gran lector. Además posee gran riqueza mental y, lo más importante de todo, es que él es profesor de primaria en un colegio público de la ciudad.
Gracias Jaime por tu predisposición y por tener la llave para cambiar, desde la base, este neurótico discurso social al que tanto y tantas veces tendemos a alabar.
Un abrazo.
"Vivir sin leer es peligroso,
obliga a conformarse con la vida"
M. Houellebecq
6202700
Hola Sergio. Después de haber leído ¿Y por qué no? me he reafirmado en el acierto de haber comprado tu libro aquella tarde que llamaste a mi timbre. Me ha impactado mucho la descripción de cómo te ganas la vida y persigues tu sueño. La dureza del puerta a puerta sólo la conoce el que la tiene que vivir, pero ahora me puedo hacer una idea de lo que supone tu peregrinar día tras día. El libro tiene mucho sentimiento y engancha pronto, así que desde aquí animo a la gente a que lo compre y sepa así un poco más sobre lo que es ganarse la vida de esa forma "errante". Me quedó la pena de no invitarte a un café.
ResponderEliminarUn abrazo y gracias por dar ese ejemplo tan maravilloso.
Jaime
Gracias Jaime por tu predisposición en aquel frío día. Por tus palabras y, es seguro que continuaré con este propósito porque, no cabe duda de que seguiré encontrándome con personas que merezca la pena conocer en este deambular. Fue un acierto tocar tu puerta. Gracias nuevamente.
ResponderEliminarUn abrazo.
Sergio.