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Un pequeño héroe

Lizar con su novela "La criadora"
Hoy, con el permiso de sus aitas, me apetece hablar de Lizar, un pequeño de seis años de edad que en la mañana de ayer se presentó en Santurde de Rioja. Una bonita localidad situada entre Santo Domingo de La Calzada y Ezcaray.

Aquel jovenzuelo lo hizo de una manera poco común al acercarse al puesto en el que exponíamos nuestras obras, Ainara y yo, en el mercado local. Digo que se presentó de una manera inusual porque Lizar no perdió un instante en aferrar un ejemplar de mi última novela; esto es, "La criadora", y comenzó a hojearla con desmedida emoción. 

-Aquí tenemos a un futuro gran lector -dijimos al ver la divertida dinámica del chaval. 

Lizar, con sus pequeñas manos y obviando nuestro comentario, se empeñaba en averiguar cuántas hojas tenía el volumen referido a una intensa historia ubicada en el entorno riojano. 
Recuerdo que quisimos hacerle saber que había también libros enfocados en cuentos de La Rioja, y de Bizkaia, pero Lizar estaba muy empecinado en saber cuántas hojas tenía "La criadora" 
Al final expuso:

-¡Tiene más de seiscientas! 

Y nosotros, como creadores de cuentos infantiles, más adecuados a su edad, nos dispusimos a mostrarle "La Rioja y sus pueblos entre cuentos" y "Bizkaia y sus pueblos entre cuentos", pero el pequeño lector había ido directamente hacia mi décima novela y, él lo tenía claro, de ahí no le íbamos a sacar. 

A mí, cuando sus aitas adquirieron la obra, y Lizar se fue, orgulloso, con ella bajo el brazo, se me antojó que se había acercado al puesto de literatura un verdadero héroe.

Quizá un modelo que todos deberíamos imitar en esta sociedad de las pantallas y tan desbordada en "clics".

Seis años y ya leía a la perfección; inclusive hubo pruebas que lo demostraron. Seis años y tenía instaurado el hábito lector. Tan solo seis años y nos dio una lección a todos los que deambulábamos por las inmediaciones del mercado. 

Yo llevo caminando la friolera de siete largos años por aldeas, pueblos y ciudades para dar a conocer mis obras a futuros lectores y no recuerdo haber dado con un apasionado de la lectura tan prematuro y ávido como lo fue este domingo Lizar. Un chaval de Azkoitia que visitaba un buen día de primeros de agosto la localidad de Santurde con sus aitas. 

Lizar me dejó claro que no todo está perdido. Con su actitud, me instaba de alguna manera a seguir luchando por esta tan utópica como fascinante aventura de hacerme un hueco en el mundo de la literatura.

Ayer quedó bien claro que para nada me iban a valer las malas excusas con las que me he encontrado, me encuentro y me encontraré en mi día a día.

Estoy seguro de que muchos de los grandes literatos que pueblan las estanterías de cualquier librería del país, acaso sí llegan a un mínimo porcentaje de conversaciones mágicas como las que he podido obtener en todo este tiempo. Y esto, sin duda, es algo de lo que no quiero prescindir. No me voy a limitar a presentaciones, charlas, ferias del libro y conferencias para poder conocer a lectores. Mi experiencia me dice cada vez más fuerte, que eso sería un fatal error. Porque no existe la menor duda de que, si realmente quieres y te lo propones, más puertas de las que crees se pueden abrir.

Dediqué, muy satisfecho, un ejemplar de "La criadora" al pequeño héroe, Lizar. 

Impulsividad, inocencia venida de la infancia, sí, pero ¡qué actitud! ¡Qué poder de decisión! Y cómo nos leyó algunas de las frases, al dictado de su pequeño índice subrayador.

Sé que Lizar, en un futuro próximo, leerá en pantallas. Leerá en dispositivos digitales, no cabe duda. Sin embargo, me enorgullece que tenga el contacto del papel desde una edad tan temprana porque, también en un futuro, dado el caso, tendrá la oportunidad de poder elegir. Porque sabrá de qué va todo esto del papel impreso. Creo que los verdaderos lectores son los que lo saben.
A su vez, me enorgullece que posea un ejemplar dedicado de mi último título y, esta foto que ilustra la entrada, quedará entre mis predilectas. 
Quien sabe, quizá en una lejana ocasión reciba una crítica referida a mi décima publicación de un jovenzuelo lector de Azkoitia que un buen día se sumergió en esas seiscientas páginas que supuran Rioja. Quizás le guste la historia. ¿Quién lo sabe? 

De todos modos, tal y como indicaba, la foto quedará entre mis favoritas. Será así porque tanto Ainara como yo, estamos plenamente enfocados en proyectos que vienen desde la base, con la finalidad de instaurar la creatividad y sobre todo el hábito lector entre los más jóvenes. Conocer a Lizar ha sido ese nuevo viento a favor que necesitábamos para dilatar las velas de nuestra embarcación que ya vuelve a tomar rumbo. 

Gracias Lizar, pequeño héroe lector.





"El mundo cambia con tu ejemplo, 
no con tu opinión"






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